Cuando un niño se enfrenta a una situación angustiante, como la pérdida de un ser querido, el dolor y la tristeza que experimenta pueden llegar a ser tan intensos que se vuelven paralizantes y, en ocasiones, pueden conducir incluso a conductas de autolesión o suicidas con el fin de dejar de sentir el dolor.
Pero ¿qué es el trauma? El trauma es la incapacidad de superar los sentimientos de dolor o angustia asociados a una situación, en un tiempo determinado. Cuando los niños no logran superar este proceso de recuperación como se espera, es indispensable buscar ayuda de un profesional.
Algunos niños corren más riesgo que otros de sufrir secuelas a largo plazo a consecuencia de un suceso traumático. Por ejemplo, aquellos que han perdido seres queridos en la familia, amigos o compañeros de escuela, o cualquier otro suceso que pueda ser considerado una pérdida emocional.
Así que, ¿a qué hay que prestarle atención al momento de sobrellevar un evento traumático en nuestros niños?
Pensamientos sobre su seguridad, o su muerte
Mientras que para algunos niños la muerte se convierte en algo notablemente morboso y fascinante, otros desarrollarán una obsesión por su propia seguridad y la seguridad de las personas cercanas a ellos.
Problemas de sueño, alimentación, ira y atención
Algunos de los síntomas de trauma en los niños se asemejan mucho a los de la depresión. Muchas o pocas horas de sueño, falta de apetito o comer en exceso, irritabilidad o ira inexplicables, así como dificultad para concentrarse en proyectos, tareas escolares y conversaciones, pueden ser síntomas de trauma.
En otras ocasiones los síntomas se asemejan más a los de un trastorno de ansiedad: preocupación obsesiva o generalizada, o dificultad para separarse de los padres
Rechazo a la escuela
Cuando un evento está relacionado con la escuela, como es la pérdida de un compañero de clase o violencia en la propia escuela, una reacción poco saludable podría ser evitar ir a la escuela. Ya que la escuela es donde se encuentran la mayoría de las cosas que le recordarán la muerte de los niños, o el suceso que le provoca malestar.
El estrés y el trauma se pueden manifestar de manera diferente en niñas y niños. Aunque esto no es en modo alguno definitivo, los niños suelen reaccionar antes y con más irritabilidad e ira, mientras que las niñas pueden reaccionar después de pasado un tiempo e interiorizar más sus reacciones.
Lo más importante es ser amable y paciente con los niños, ya que están pasando por un mal momento, y no saben cómo regular adecuadamente todo lo que están sintiendo. Como adultos, nuestro papel es el de acompañar y entender, brindando herramientas para que ellos aprendan a gestionarse de mejor forma.