A raíz de la cuarentena por COVID-19, los niños han reportado mayores niveles de angustia . En marzo de 2020, en una encuesta británica de Young-Minds el 83% de los jóvenes con necesidades de salud mental preexistentes declararon que la pandemia había empeorado su salud mental en algún grado. En octubre de 2020, el 22,28% de los niños y adolescentes en China mostraron signos de depresión, frente a un 13,2% estimado en investigaciones anteriores.
Los trastornos más comunes que presentaron niños y jóvenes fueron:
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Ansiedad.
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Depresión.
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Problemas de atención.
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Trastornos del sueño.
El estado de ánimo de los niños estuvo relacionado con los cambios en sus estilos de vida. No poder ir a la escuela, ver a sus amigos, limitar la proximidad con amigos y familiares extendidos, y en general mantenerse encerrados en casa durante tanto tiempo.
Además, los niños con trastornos mentales previos a la pandemia tenían más probabilidad de enfrentar dificultades durante la pandemia. Los problemas variaban entre irritabilidad, inquietud, tristeza, reactividad, altos niveles de energía o bajo nivel de energía.
Ahora sí, hablemos de qué signos nos pueden ayudar a identificar cuándo debemos buscar ayuda para nuestros niños y/o adolescentes.
En general, si le es preocupante algún comportamiento o conducta en su hijo, y esta conducta ha durado por varias semanas e interfiere con su desempeño en la escuela, en la casa o con sus amigos. Un foco rojo que siempre debemos tomar en cuenta es si el comportamiento es peligroso, riesgoso, o si el chico habla sobre querer hacerse daño y hacerle daño a alguien más, no hay que considerar nada, hay que buscar ayuda ASAP.
Los niños más pequeños, entre 5 y 11 años suelen presentar este tipo de síntomas cuando tienen problemas en el estado del ánimo:
- Hacen berrinches frecuentes, o están muy irritables la mayor parte del tiempo.
- Constantemente platican sobre sus miedos o sus preocupaciones.
- Se quejan de dolores frecuentes en sus estómagos o cabezas sin ninguna razón aparente o sin ninguna causa médica conocida.
- Se mueven todo el tiempo y no pueden estarse quietos excepto cuando están viendo videos o jugando videojuegos.
- Duermen mucho o muy poco. Tienen pesadillas frecuentes, o tienen sueño durante todo el día.
- No tienen interés en jugar con otros niños, o se les dificulta hacer amigos.
- Tienen problemas académicos o sus calificaciones han bajado recientemente.
- Repiten acciones constantemente, o revisan las cosas muchas veces, o tienen miedo de que algo malo pueda pasar.
Mientras que los adolescentes de 12 años en adelante suelen tener los siguientes síntomas:
- Han perdido el interés en las cosas que antes disfrutaban.
- Tienen poca energía / están letárgico o cansados todo el día.
- Duermen demasiado o muy poco, y parecen tener sueño todo el tiempo.
- Pasan cada vez más tiempo a solas y evitan las actividades sociales con amigos y/o familiares.
- Hacen dietas o ejercicio de manera excesiva, o temen aumentar de peso.
- Se autolesionan / Se cortan, se queman, se rasguñan, se jalan el cabello.
- Fuman, beben o consumen drogas.
- Participan en conductas arriesgadas o destructivas como apostar, carreras de autos/motos/bicis, reuniones a horas no adecuadas en zonas peligrosas, etc.
- Tienen pensamientos sobre la muerte y/o sobre suicidarse.
- Tienen periodos de mucha energía y actividad donde duermen menos de lo habitual, o no duermen.
- Dicen que creen que alguien está tratando de controlar sus mentes, o que escuchan/ven cosas que nadie más puede oír/ver.
¿Esto quiere decir que si mi hijo presenta alguno de estos síntomas definitivamente tiene algún trastorno mental?
No necesariamente. Puede haber otros factores relacionados a su comportamiento. Sin embargo, siempre hay que considerar la posibilidad, y recordar que un trastorno mental no es algo malo ni negativo que sea un obstáculo, si este trastorno se detecta a tiempo, y se ofrece el tratamiento adecuado.
El Estado Mundial de la Infancia ofrece tres medidas de atención importantes para intentar revertir las afectaciones ocasionadas por la pandemia en niños y adolescentes:
- Invertir en la salud mental de niños y adolescentes en todos los sectores. Buscar un enfoque de prevención, promoción y cuidado que aborde todas las esferas sociales.
- Integrar y ampliar las intervenciones basadas en pruebas de los sectores de salud, educación y protección social, así como programas de crianza que promuevan una atención sostenible y enriquecedora que apoye también la salud mental de los padres y cuidadores.
- Afrontar los estigmas y el silencio que rodea a las enfermedades mentales para afrontar una mejor comprensión de la salud mental.