La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el estrés como «el conjunto de reacciones fisiológicas que prepara el organismo para la acción».
Si bien esta definición no está mal en sí, es una visión muy generalizada del estrés. Podemos decir que la definición del estrés depende desde la perspectiva desde la cual lo abordemos, y podemos establecer tres categorías:
- Teoría basada en la respuesta. Como dice la OMS, el estrés es una respuesta de adaptación ante los cambios externos e internos que alteran el equilibrio de un organismo.
- Teoría basada en el organismo. El estrés es ocasionado por el ambiente en el que se desenvuelve un individuo, por lo que existen múltiples estímulos que pueden alterar o perturbar el equilibrio de un organismo, y todos están fuera de su control.
- Teoría basada en la interacción persona-entorno. Considera al estrés como un conjunto de eventos que involucran tanto al entorno como a la persona, en los que el entorno debilita y pone en riesgo a la persona que padece estrés.
Para fines prácticos, tomaremos la tercer teoría, y diremos que el estrés es el resultado de factores estresantes en el ambiente, y una inadecuada gestión emocional del individuo dentro de este entorno.
La Asociación Americana de Psicología describe tres tipos de estrés:
- Estrés agudo. El más frecuente. Relacionado a presiones de la vida diaria y el entorno. Puede ser beneficioso, ya que ayuda a prepararnos para situaciones amenazantes. Pero el estrés agudo intenso puede desencadenar en síntomas como irritabilidad, dolores de cabeza, dolores musculares, trastornos estomacales, ansiedad y depresión.
- Estrés agudo episódico. Es más intenso que el agudo, y con mayor frecuencia, sin ser crónico. Aquí los síntomas aumentan en intensidad, pudiendo ser migraña, hipertensión arterial, dolores en el pecho, y preocupaciones constantes. En este punto suelen diagnosticarse la ansiedad, la depresión, y otros trastornos afectivos.
- Estrés crónico. Incluye todos los síntoma del estrés agudo y agudo-episódico, de manera prolongada y constante. Puede generar cambios importantes en el organismo, volviéndolo vulnerable y proclive a desarrollar varias enfermedades de mayor gravedad.
La sensación de estar estresado puede ser desencadenada por un evento que hace sentir frustración o nerviosismo. La ansiedad es un sentimiento de miedo, preocupación o malestar. Puede ser una reacción al estrés, o puede ocurrir en personas que no pueden identificar factores estresantes significativos en su vida. El estrés produce ansiedad, pero el individuo que padece ansiedad no necesariamente padece de estrés.
Los niveles de estrés elevados y constantes pueden desembocar en el desarrollo de un trastorno de ansiedad y/o depresivo. Si bien la depresión no necesariamente desencadena del estrés, una situación que estresa constantemente y que genera sentimientos de culpa o inseguridad sí puede hacer que se desarrolle un trastorno de depresión.
¿De qué depende?
De la capacidad de adaptación de una persona. Si una persona no tiene una capacidad de adaptación adecuada, la persona empezará a estresarse con mayor facilidad, de manera que hasta el menor estímulo puedo desembocar en una fuerte reacción fisiológica y emocional, de manera que su capacidad de adaptarse a los cambios del ambiente se verá cada vez más y más reducida.
¿Esto quiere decir que no podemos hacer nada al respecto?
Por supuesto que no. Cuando nos sentimos superados por el estrés, la mejor decisión que podemos tomar es acudir con un especialista de la salud mental, y con un médico, ya que a veces la sintomatología del estrés puede desembocar en problemas de salud reales.
Un médico nos ayudará con nuestros síntomas físicos, y un psicólogo nos dará herramientas que nos ayuden a lidiar con el estrés de una manera más efectiva.