La manera en que nos hablamos a nosotros mismos importa.

Al hablar con los demás, dependiendo de que queramos conseguir o comunicar a la otra persona, modulamos nuestro tono de voz y escogemos nuestras palabras a consciencia. Esto lo hacemos con el fin de crear una impresión en el otro fomentar el tipo de relación que tenemos de intención mantener, de manera cordial o diferente. ¿Te has percatado la manera que te hablas a ti mismo? ¿Qué tono de voz usas contigo y que palabras son las que usas? ¿Mantienes una relación cordial y positiva contigo mismo? ¿Usas palabras con compasión, con orgullo y con ánimo positivo? o por otro lado, ¿Te recriminas, usas palabras de desprecio y de enojo contigo mismo?

Todos poseemos un dialogo interno constante en el que manifestamos pensamientos, emociones, palabras, imágenes, sobre lo que experimentamos cada segundo del día, eso incluye las decisiones que tomamos, las acciones que realizamos, las palabras que decimos, las consecuencias que conlleva y la retroalimentación nos damos sobre el resultado. Lo hacemos de manera automática e inconsciente, pero siempre está presente.

La manera en que nos hablamos importa, importa tanto que por medio del lenguaje y de nuestro discurso sobre nosotros y hacia nosotros afectamos la manera sobre cómo nos percibimos como persona, nuestras capacidades, nuestras habilidades, nuestras limitaciones, nuestra identidad, nuestro valor, entre otros aspectos que pueden impulsarnos a crecer y tener bienestar o nos pueden hundir e imposibilitar nuestra capacidad de cambio.

¿Qué acciones podemos llevar a cabo para mejorar la manera en que nos hablamos?

  • Sé más compasivo contigo mismo. Cuando experimentes una situación negativa, por ejemplo, que te genere culpa o vergüenza, adquiere perspectiva sobre tu situación, visualízate como alguien ajeno que observa las circunstancias y tus acciones sin intención de dañar a alguien, en vez de juzgar obsérvate con compasión y como un ser humano con condición de imperfección. Es importante aprender de nuestros errores y enmendarlos, pero no es útil  recriminarnos por llegar a fracasar o equivocarnos.
  • Toma conciencia de tu autoconcepto y autoestima. Identifica las cosas que más te gustan de ti y cuales cosas podrías mejorar.
  • Al despertar piensa en tres cosas de las cuales te sientas orgulloso de ti, pueden ser pequeños triunfos desde levantarse de la cama o concluir un proyecto que tenías aplazando mucho tiempo.
  • No te compares. Por más que puedas escuchar u observar al vecino no significa que puedas conocer la felicidad o bienestar que realmente experimente, recuerda que cada uno lucha sus propias batallas.
  • Al final del día escribe tres cosas de las que estés agradecido.
  • Practica el autocuidado. Sé consciente de tus emociones y de lo que tu persona necesita, tal vez estés muy estresado y necesites descansar o estar solo, o tal vez te sientas triste y necesites buscar apoyo en un amigo o salir a caminar.
  • Practica atención plena cinco minutos al día. Un momento de cinco minutos donde pongas atención a tu respiración y el estado en el que te encuentras.
  • Sé esa persona para ti que esperarías de un buen amigo. Procura saber como te encuentras, qué necesitas, dedica tiempo para ti y para hacer actividades que te gusten, háblate con empatía y cariño.

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