La felicidad es uno de los motores más importantes para el ser humano, en nuestro diario vivir buscamos las herramientas necesarias y hacemos lo que creemos suficiente para ser felices. Siglos atrás Aristóteles llegó a la conclusión de que lo que más buscan los hombres y las mujeres es la felicidad, pero hoy en día ¿podemos ser felices?, ¿qué es lo que nos hace felices y porqué pareciera que nos cuesta tanto trabajo llegar a serlo?, acaso ¿somos felices sin darnos cuenta?
En la actualidad nos encontramos rodeados de miles de estímulos y creencias acerca de cómo conseguir la felicidad, ya sea conseguir el trabajo de nuestros sueños, tener pareja, formar una familia, hacer un doctorado, todos tenemos la idea de lo que nos hace o haría más felices. Al ser tantas las razones, científicos han estudiado incontables veces qué es la felicidad, mas pareciera que a pesar de tantos avances seguimos sin saber lo indispensable.
Todas estas inquietudes fueron las que motivaron al psicólogo Csikszentmihalyi junto con la universidad de Chicago, a investigar alrededor del mundo el fenómeno que representa la felicidad, este estudio tuvo como propósito el indagar las actividades que provocan disfrute y plenitud en las personas. Durante doce años, este equipo de psicólogos realizó entrevistas, cuestionarios y principalmente implementaron el Método de Muestreo de Experiencia que consistió en enviarle a la persona ocho mensajes de alerta al día, de forma aleatoria, pidiéndole que escribiera lo que estaba haciendo en ese momento y la forma en que se sentía al realizar cierta actividad. Este método fue utilizado con cien mil personas en diferentes partes del mundo.
Este investigador llegó a la conclusión de que las personas pasan por una especie de epifanía, un profundo sentimiento de alegría cuando realizan una actividad relacionada con algo que les apasiona, como por ejemplo, una bailarina que realiza con precisión y armonía una serie de complejos movimientos al tiempo que ella misma se siente como flotando, un chef que saborea un elaborado plato y olvida el tiempo que ha pasado realizándolo o un músico que toca la guitarra y su cuerpo es música perdiendo la noción del tiempo y de lo que lo rodea. A éstos episodios Csikszentmihalyi los llamó “experiencias óptimas”, ya que dan a las personas ese estado de armonía y alegría que han deseado durante largo tiempo y que representa la imagen de lo que quisieran que fuera la vida. Son en sí las personas que a partir de su esfuerzo constante han traspasado sus limitaciones y han propiciado una experiencia que va más allá del placer instantáneo de los sentidos, en el que se esconde la esencia de una vida feliz.
Lo curioso fue que al analizar los resultados, las experiencias óptimas eran descritas en términos muy similares por todas las personas, independientemente de su origen, de su edad, de sus rasgos culturales e, incluso, del tipo de actividad realizada. La experiencia óptima, es ese momento en el que las personas están tan involucradas en una actividad que su realización en sí es gratificante y se olvida de lo que las rodea, es a esto a lo que se le llama fluir.
Estudios como estos nos dejan claro que todos somos capaces de fluir en una “experiencia óptima” que logra, no sólo quitarnos a la ansiedad y el aburrimiento, sino que, además logra poner en orden el caos de nuestras mentes. Todos podemos experimentar el disfrute y además recordar las experiencias como algo placentero, obteniendo de ellas el estímulo adecuado para buscar nuevos desafíos y hacer que nuestra personalidad crezca y se torne más complejas.
