Desde el año 2011 se ha notado un aumento en el uso del cigarrillo electrónico, o vape, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos. Actualmente existe un gran debate sobre los efectos del vape sobre la salud de sus usuarios a largo plazo, y sobre si es realmente tan seguro como aparenta, en tanto que supuestamente no genera adicción como los cigarrillos convencionales con tabaco, puesto que el vape puede no contener nicotina (la sustancia adictiva en el tabaco).
El cigarrillo electrónico calienta un líquido para obtener un vapor que se puede inhalar. El vapor puede contener nicotina, saborizantes y otros químicos. Los cigarrillos electrónicos también se pueden usar con marihuana, aceite de hachís u otras sustancias.
Los cigarrillos electrónicos se han propuesto como una alternativa aparentemente ideal ante la adicción al tabaco, pero la realidad es que no hay productos aprobados por la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos, por sus siglas en inglés) que sean una alternativa 100% ideal para la adicción al tabaco. Y, por supuesto
Sin embargo, es importante considerar que las adicciones tienen componentes psicológicos irremediablemente ligadas a ellas; como la ansiedad, la necesidad de pertenencia, y posteriormente el placer (o gusto) que vapear les genera.
Los adolescentes y adultos jóvenes se sienten atraídos por la tecnología comercial y los aromas disponibles para los cigarrillos electrónicos.
No obstante, muchas veces no consideran los distintos efectos adversos que puede acarrear consigo el continuo uso del vape. En una revisión hecha a once estudios con 16,406 personas, del 49,1% al 51,6% presentaban síntomas como irritación de la boca o garganta, ansiedad, estado de ánimo depresivo, náuseas e insomnio.
Además, hay una mayor prevalencia de síntomas respiratorios, independientemente de si hay consumo de nicotina o no en el cigarro electrónico. Una sola sesión de vapeo con CE induce una inhibición significativa de la sensibilidad al reflejo de la tos.
Los síntomas de bronquitis crónica aumentan en adolescentes que usan vape. También se asocia con asma en adolescentes. Y aunque no hay estudios a largo plazo, el tener asma en la adolescencia se ha asociado con un mayor riesgo de padecer Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC) durante la vejez, una función ventilatoria reducida y una esperanza de vida más corta.
Además, la cantidad de nicotina entregada por los cigarros electrónicos de últimas generaciones no son diferentes a las entregadas por los cigarrillos convencionales, lo que quiere decir que no hay gran diferencia entre fumar uno u otro.
Entonces, ¿el vape es mejor que el cigarro, o no?
Si bien es cierto que no hay evidencia conclusiva sobre si el vaping es un buen sustituto para la adicción al cigarro, en ciertas situaciones donde la persona adicta al tabaco ha fracasado al intentar numerosas terapias de cesación tabáquica aprobadas por organismos reconocidos, terapias individuales, grupos de ayuda, e incluso parches; el uso de cigarrillos electrónicos podría ser visto como un producto sustituto si es estandarizado, catalogado como un producto controlado para tratamiento de adicciones.
Bajo este contexto, el uso del cigarro electrónico sería bajo estricta supervisión médica y profesional que podría prevenir las consecuencias a largo plazo, y además, aumentaría la efectividad de los tratamientos para la adicción al tabaco convencional.
Sin embargo, ante la cuestión de si es viable dejar a los adolescentes y jóvenes consumir cigarros electrónicos (vapear)
La respuesta siempre será no, ya que pueden generar la misma adicción al tabaco, con consecuencias mayormente graves e irreparables, en un periodo de tiempo más corto.
Si tienes dudas, o crees que tu hijo o hija podría tener una adicción al vape, consulta a tu psicólogo de confianza.
Referencias bibliográficas
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