El autoestima en los niños, y cómo ayudar a desarrollarla

La autoestima es una habilidad que las personas desarrollamos a lo largo de nuestras vidas. Cada vez que logramos alcanzar un objetivo o superar una nueva meta, nuestra autoestima aumenta. Esto mismo ocurre con los más pequeños. Para ellos, su primer paso, obtener una buena calificación en un examen, o aprender a andar en bicicleta, son logros que aumentan su autoestima.

Los padres pueden ayudar a los niños a desarrollar una autoestima saludable con pasos sencillos, como por ejemplo elogiarlos cuando logran algo, por muy pequeño que sea, y permitirles fracasar.  En caso de que cometan un error, corregirlos de manera tranquila y sin criticas negativas es la mejor manera de no herir su autoestima, y por el contrario, reforzar la idea de que equivocarse es normal.

Decirlo es muy sencillo, pero, ¿cómo puede un padre o madre ayudar al desarrollo de una autoestima saludable en sus hijos e hijas?

Ser un ejemplo a seguir.

Quizá la parte más difícil de ser padre o madre es guiar con el ejemplo, pero no puede dudarse de la efectividad de enseñar dando el ejemplo. Esto mismo aplica en el aspecto de la autoestima. Si los más pequeños ven a papá o a mamá ser optimistas ante nuevos retos y metas, ellos aprenderán que ser optimista es algo bueno.

¡Pero ojo! Ser optimista no significa no reconocer la ansiedad o el miedo a fracasar, ¡por el contrario! Si acepta ante sus hijos e hijas tener miedo, pero aún así lo enfrenta para salir adelante y lograr aquella nueva meta, entonces les está demostrando una buena habilidad: la resiliencia, que se lleva muy bien con la autoestima.

Aceptar los errores cometidos.

Parte de ser positivo con los nuevos retos, es aceptar los riesgos que éstos retos conllevan, y saber que nos arriesgamos a fracasar o a cometer errores en el proceso. Es importante que los más pequeños aprendan y comprendan que equivocarse es totalmente normal, y que un error no significa que hayan fracasado y deban detenerse.

Si bien es natural no querer que nuestros hijos fracasen, debemos aceptarlo tan naturalmente como es: un fracaso. Debemos recordar que los más pequeños aprenden por ensayo y error, por lo que no alcanzar una meta les hace darse cuenta de que no lograr algo no es algo fatal que los hiera eternamente; sino que, por el contrario, ese pequeño fracaso los hizo más inteligentes, por lo que podrán enfrentarse a retos más grandes la siguiente ocasión.

Bajo esta misma lógica, habrá que elogiar la perseverancia. El que los niños aprendan a no darse por vencidos a la primera equivocación o al sentirse frustrados es una buena habilidad. Si los padres y madres apoyan su decisión de continuar adelante, los más pequeños se sentirán más seguros en sus decisiones y continuarán intentándolo con más ganas.

Ayudarlos a encontrar aquello que los apasione.

Explorar sus propios intereses puede ayudar a los niños a desarrollar un sentido de identidad, lo cual es esencial para desarrollar la confianza. Por supuesto, ver cómo se expanden sus talentos también será un gran impulso para su autoestima. Si bien los desafíos son buenos para los niños, también deben tener oportunidades donde puedan estar seguros de que tendrán éxito. Ayude a su hijo a involucrarse en actividades que lo hagan sentir cómodo y lo suficientemente confiado como para enfrentar un reto mayor en un futuro cercano.

Pero recuerde que lo más importante es demostrarle a su hijo o hija cuánto lo ama. No hay mejor manera de establecer el autoestima en un niño, que el hecho de saberse amado.

 

 

 

 

Cómo afecta el uso de las redes sociales a los adolescentes

Los adolescentes son expertos en mantenerse ocupados en línea.  Sin embargo, cuando las amistades se mantienen en línea, a través de textos y fotos, se hacen en un contexto despojado de muchos de los aspectos más personales, y quizás intimidantes, de la comunicación.

Es más fácil mantener la defensa alta cuando están enviando mensajes de texto o fotografías, por lo que hay menos en juego. No están escuchando ni viendo el efecto que sus palabras están causando en la otra persona; además, debido a que la conversación no está sucediendo en tiempo real, cada parte puede tomar más tiempo para considerar una respuesta, lo que puede generar dificultades de comunicación cara a cara. Por su parte, los adolescentes modernos están aprendiendo a comunicarse mayormente mientras miran una pantalla, no a otra persona.

Si bien comunicarse vía internet no provoca una discapacidad de aprendizaje no verbal, sí provoca un contexto parecida a discapacidad no verbal, donde el lenguaje corporal, la expresión facial e incluso los tipos más pequeños de reacciones vocales se vuelven invisibles.

Si los adolescentes no practican el relacionarse con otras personas y satisfacen sus necesidades sociales en persona y en tiempo real, muchos de ellos se convertirán en adultos ansiosos con dificultades para comunicarse de manera directa; es decir, temerán hablar. Y, por supuesto, las negociaciones sociales solo se vuelven más riesgosas a medida que la gente crece y comienza a desarrollar relaciones más serias y complejas.

¿Pueden hacer algo los padres?

Lo mejor que pueden hacer los padres para minimizar los riesgos asociados con la tecnología es reducir primero su propio consumo. Depende de los padres dar un buen ejemplo de cómo se ve el uso saludable de la computadora.

  • Establezcan zonas libres de tecnología en la casa y horas sin tecnología, en las que nadie usa el teléfono, incluidos mamá y papá. Limitar la cantidad de tiempo que pasan en los aparatos electrónicos fortalecerá el vínculo con los hijos, ya que los niños comprenderán que sus padres están ahí para ellos.

 

  • Involucrar a los hijos en actividades de su interés; puede ser relacionado a las artes, a los deportes, voluntariados, etcétera.  Cualquier cosa que despierte interés y les dé confianza es buena para mantenerlos . Cuando los chicos aprenden a sentirse bien acerca de lo que pueden hacer en lugar de cómo se ven y lo que poseen, son más felices y están mejor preparados para el éxito en la vida real; además, estas actividades aseguran interacción social real con personas de su edad.

Lo más importante es recordar darle su espacio a los adolescentes para no generar rechazo, ni una sensación de invasión a sus espacios personales. Al estar en una etapa de autodescubrimiento, requieren espacio para sí mismos, para conocerse y experimentar quiénes son.

Presentando nuestro próximo taller, «Respeto y Consentimiento».

 

Es un taller presencial de tres sesiones en el las adolescentes aprenderán a identificar situaciones sociales de riesgo potencial, a utilizar herramientas de toma de decisiones asertivas y a fomentar relaciones sanas y constructivas.

Dirigido a adolescentes mujeres de entre 13 y 18 años de edad, en dos grupos reducidos de acuerdo a sus edades: un grupo para 13  a 15 años, y otro grupo para 16 a 18 años.

Se les brindarán herramientas para desarrollar:

  • Cómo ser mujeres asertivas.
  • Marcar límites personales y a otras personas.
  •  Prevenir y detectar conductas de riesgo.
  • Identificar señales respecto a conductas sexuales violentas y/o agresivas.
  • Identificar conductas de hostigamiento  y/o acoso.
  • Hacer valer sus derechos.
  • Detectar las «dobles intenciones».
  • Establecer relaciones afectivas sanas.

 

Las fechas de realización del taller:

Grupo de 13 a 15 años:

  • Viernes 18 de Febrero, de 4 a 8 pm.
  • Viernes 25 de Febrero, de 4 a 8 pm.
  • Viernes 4 de Marzo, de 4 a 8 pm.

Grupo de 16 a 18 años:

  • Sábado 19 de Febrero, de 9:30 am a 1:30 pm.
  • Sábado 26 de Febrero, de 9:30 am a 1:30 pm.
  • Sábado 5 de Marzo, de 9:30 am a 1:30 pm.

Para más información, no dudes en ponerte en contacto con nosotros, ya sea por este medio, o:

📞 33 3813 4122
📱 33 3140 4206
📌 Calle Ottawa #1357. Col. Italia Providencia. Guadalajara, Jalisco.
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¿Qué impacto tuvo la pandemia en la salud mental de los niños y los adolescentes?

A raíz de la cuarentena por COVID-19, los niños han reportado mayores niveles de angustia . En marzo de 2020, en una encuesta británica de Young-Minds el 83% de los jóvenes con necesidades de salud mental preexistentes declararon que la pandemia había empeorado su salud mental en algún grado. En octubre de 2020, el 22,28% de los niños y adolescentes en China mostraron signos de depresión, frente a un 13,2% estimado en investigaciones anteriores.

Los trastornos más comunes que presentaron  niños y jóvenes fueron:

  • Ansiedad.

  • Depresión.

  • Problemas de atención.

  • Trastornos del sueño.

El estado de ánimo de los niños estuvo relacionado con los cambios en sus estilos de vida. No poder ir a la escuela, ver a sus amigos, limitar la proximidad con amigos y familiares extendidos, y en general mantenerse encerrados en casa durante tanto tiempo.

Además, los niños con trastornos mentales previos a la pandemia tenían más probabilidad de enfrentar dificultades durante la pandemia. Los problemas variaban entre irritabilidad, inquietud, tristeza, reactividad, altos niveles de energía o bajo nivel de energía.

Ahora sí, hablemos de qué signos nos pueden ayudar a identificar cuándo debemos buscar ayuda para nuestros niños y/o adolescentes.

En general, si le es preocupante algún comportamiento o conducta en su hijo, y esta conducta ha durado por varias semanas e interfiere con su desempeño en la escuela, en la casa o con sus amigos. Un foco rojo que siempre debemos tomar en cuenta es si el comportamiento es peligroso, riesgoso, o si el chico habla sobre querer hacerse daño y hacerle daño a alguien más, no hay que considerar nada, hay que buscar ayuda ASAP.

Los niños más pequeños, entre 5 y 11 años suelen presentar este tipo de síntomas cuando tienen problemas en el estado del ánimo:

  • Hacen berrinches frecuentes, o están muy irritables la mayor parte del tiempo.
  • Constantemente platican sobre sus miedos o sus preocupaciones.
  • Se quejan de dolores frecuentes en sus estómagos o cabezas sin ninguna razón aparente o sin ninguna causa médica conocida.
  • Se mueven todo el tiempo y no pueden estarse quietos excepto cuando están viendo videos o jugando videojuegos.
  • Duermen mucho o muy poco. Tienen pesadillas frecuentes, o tienen sueño durante todo el día.
  • No tienen interés en jugar con otros niños, o se les dificulta hacer amigos.
  • Tienen problemas académicos o sus calificaciones han bajado recientemente.
  • Repiten acciones constantemente, o revisan las cosas muchas veces, o tienen miedo de que algo malo pueda pasar.

Mientras que los adolescentes de 12 años en adelante suelen tener los siguientes síntomas:

  • Han perdido el interés en las cosas que antes disfrutaban.
  • Tienen poca energía / están letárgico o cansados todo el día.
  • Duermen demasiado o muy poco, y parecen tener sueño todo el tiempo.
  • Pasan cada vez más tiempo a solas y evitan las actividades sociales con amigos y/o familiares.
  • Hacen dietas o ejercicio de manera excesiva, o temen aumentar de peso.
  • Se autolesionan / Se cortan, se queman, se rasguñan, se jalan el cabello.
  • Fuman, beben o consumen drogas.
  • Participan en conductas arriesgadas o destructivas como apostar, carreras de autos/motos/bicis, reuniones a horas no adecuadas en zonas peligrosas, etc.
  • Tienen pensamientos sobre la muerte y/o sobre suicidarse.
  • Tienen periodos de mucha energía y actividad donde duermen menos de lo habitual, o no duermen.
  • Dicen que creen que alguien está tratando de controlar sus mentes, o que escuchan/ven cosas que nadie más puede oír/ver.

¿Esto quiere decir que si mi hijo presenta alguno de estos síntomas definitivamente tiene algún trastorno mental?

No necesariamente. Puede haber otros factores relacionados a su comportamiento. Sin embargo, siempre hay que considerar la posibilidad, y recordar que un trastorno mental no es algo malo ni negativo que sea un obstáculo, si este trastorno se detecta a tiempo, y se ofrece el tratamiento adecuado.

El Estado Mundial de la Infancia ofrece tres medidas de atención importantes para intentar revertir las afectaciones ocasionadas por la pandemia en niños y adolescentes:

  • Invertir en la salud mental de niños y adolescentes en todos los sectores. Buscar un enfoque de prevención, promoción y cuidado que aborde todas las esferas sociales.
  • Integrar y ampliar las intervenciones basadas en pruebas de los sectores de salud, educación y protección social, así como programas de crianza que promuevan una atención sostenible y enriquecedora que apoye también la salud mental de los padres y cuidadores.
  • Afrontar los estigmas y el silencio que rodea a las enfermedades mentales para afrontar una mejor comprensión de la salud mental.