¿Qué es este modelo teórico sobre la de teoría de depresión?

Aunque existen muchos modelos explicativos para la depresión, el de la tríada cognitiva de Beck es probablemente el más importante de todos.

Repasaremos todos los conceptos implicados en el planteamiento de este autor y el papel que estos tres elementos juegan dentro de la teoría global que desarrolló como forma de explicar una patología psicológica tan frecuente entre la población como es la depresión.

¿Qué es la tríada cognitiva de Aaron Beck?

Cuando hablamos de la tríada cognitiva de Beck nos referimos al núcleo de una importante teoría desarrollada en el año 1976 por el autor Aaron Temkin Beck, psiquiatra estadounidense. El concepto es el elemento principal de la teoría cognitiva de la depresión, un modelo diseñado por Beck para tratar de explicar y predecir las causas de esta patología.

 

Por lo tanto, la tríada cognitiva de Beck, que también se conoce como la tríada cognitiva negativa, estaría conformada por tres elementos relacionados con el sistema de creencias que son los que anticipan una posible depresión en el individuo. Estos elementos serían los pensamientos negativos hacia él mismo, la visión negativa hacia el mundo que le rodea y los pensamientos desesperanzadores en cuanto al futuro que se aproxima.

 

Una visión totalmente desoladora sobre la propia persona, sobre su entorno y sobre su futuro. Esa es la tríada cognitiva de Beck, los tres elementos que la persona ve de una forma tan desfavorable que su estado de ánimo se ve afectado hasta el punto de correr el riesgo de ser afectado por la enfermedad psicológica de la depresión.

 

¿Por qué ocurre esto? Debido a los esquemas que las personas utilizamos para filtrar toda la información que nos llega constantemente. En el caso de una persona con una visión negativa en los tres elementos que componen la tríada cognitiva de Beck, sus esquemas van a estar orientados a recoger únicamente los estímulos que encajan con esa visión catastrofista de la vida. En otras palabras, solo va a ver el lado negativo de todo lo que ocurre a su alrededor.

 

Esto no hará más que retroalimentar esos mismos esquemas, dándole más motivos para creer en ellos y sumiéndole poco a poco en un estado depresivo que podrá ir agravándose hasta haber desarrollado plenamente la patología de la depresión. Llegado a este punto, la persona probablemente necesitará la ayuda de un psicólogo profesional para poder superar dicho trastorno y recuperar el estado de ánimo que tenía antes de adquirir dicha patología.

 

1. Distorsiones cognitivas

Hemos visto que las personas afectadas por la tríada cognitiva de Beck tienden a utilizar una serie de sesgos que provocan que el individuo solo capte la información de corte negativo, ahondando así en su estado. Vamos a profundizar más sobre los tipos de distorsiones cognitivas que se producen durante este proceso.

2. Sobregeneralización

La primera distorsión en la que se suele caer y que afecta a la tríada cognitiva de Beck es la sobregeneralización. El nombre es bastante descriptivo de por sí. Lo que la persona tiende a hacer es tomar un hecho aislado (de carácter negativo) como ejemplo de lo que ocurre siempre, como forma de justificar que todos los sucesos concernientes a él, a su entorno o a su futuro, son desesperanzadores.

3. Pensamiento dicotómico

Estas personas además tienden a caer en el pensamiento dicotómico, es decir, a plantearse que solo hay dos opciones extremas respecto a un asunto determinado, en lugar de pararse a pensar si existen posibilidades intermedias que no resulten tan catastrofistas. Es el clásico “o blanco o negro”, en el que el sujeto no se da cuenta de que hay toda una escala de grises en la parte central, que alberga multitud de soluciones a la cuestión que le preocupa.

Es fácil detectar este tipo de distorsiones, pues los sujetos que caen en ellas tienden a hablar siempre en términos totales como todo o nada, siempre o nunca, todos o ninguno. El problema es que en muchas ocasiones se tiende a caer en un falso dilema, pues plantea situaciones en las que ha de decidir entre dos opciones como si fueran las únicas posibles.

 

4. Inferencias arbitrarias

La tríada cognitiva de Beck puede empeorar también mediante las inferencias arbitrarias. Estas distorsiones cognitivas implican que el sujeto, en lugar de llevar a cabo un razonamiento completo acerca de la situación que le ocupa, opta por tomar un atajo y establecer una conclusión precipitada que generalmente es negativa, ya sea hacia él, hacia algún elemento de su entorno o hacia sus perspectivas de futuro.

A través de las inferencias arbitrarias, una persona puede considerar que una conducta determinada de otro individuo ha sido llevada a cabo con la intención de perjudicarle, aunque en realidad no exista ningún elemento objetivo que lo pruebe.

5. Magnificación y minimización

Otros de los sesgos más frecuentes que las personas depresivas utilizan y que por lo tanto tienen que ver con la tríada cognitiva de Beck son los de magnificación o minimización. Están relacionados con ese pensamiento dicotómico que veíamos anteriormente. En este caso, el individuo va a tender a exagerar, ya sea en exceso o en defecto, las características de un determinado evento, siempre en la dirección que resulte negativa hacia él.

Aquí se puede observar además la visión catastrofista, pues la persona va a magnificar o a minimizar las características del suceso, generalmente haciéndolo más grande cuando es de carácter negativo hacia él y haciéndolo más pequeño cuando resulta positivo, quedándose de esta manera con la sensación de que, efectivamente, solo le ocurren cosas malas y cuando son buenas apenas tienen relevancia en su vida.

6. Abstracción selectiva

La abstracción selectiva ya la hemos podido observar en los planteamientos de otras distorsiones cognitivas relacionadas con la tríada cognitiva de Beck, pues en realidad es un mecanismo subyacente a muchas de ellas. Consiste en seleccionar únicamente aquellos elementos de la información que recibimos que se ajustan a nuestras creencias. En este caso van a ser todos aquellos componentes negativos que encajen con la idea de que todo en mí está mal, todo a mi alrededor está mal o todo lo que está por llegar es malo.

Como podemos observar, es una de las ideas principales que plantea Beck en su teoría cognitiva de la depresión, por lo que esta distorsión es especialmente importante a la hora de comprender las implicaciones de la tríada cognitiva de Beck.

7. Personalización

La última de las distorsiones cognitivas que vamos a repasar es la de la personalización, un frecuente fenómeno por el cual los individuos que sufren de depresión parecen tender a atribuir determinados fenómenos a sí mismos o a las personas de alrededor. Es decir, piensan que ellos (u otras personas) son los responsables directos de sucesos que afectan negativamente a su persona, aunque no exista dicha relación o sea mucho más difusa de lo que ellos creen.

 

Este mecanismo se conoce también como el de falsa atribución, pues efectivamente los individuos atribuyen erróneamente la causalidad de un suceso a otras personas o incluso a ellos mismos, cuando la realidad es muy diferente y el evento ha sido consecuencia de otra serie de variables que escapan al control de la persona culpabilizada injustamente.

Evaluación de la tríada cognitiva de Beck

Una vez tenemos claro en qué consiste la tríada cognitiva de Beck y cuáles son los mecanismos cognitivos que subyacen a esta teoría, cabe preguntarse cómo podemos valorar o evaluar estos elementos en una persona en concreto. Para ello el autor desarrolló el Inventario de Depresión de Beck, conocido también como BDI o BDI-II, en su versión más actualizada.

Esta herramienta es un cuestionario compuesto por 21 ítems ante los cuales el sujeto deberá elegir el grado en que cada afirmación se ajusta a él, desde nada en absoluto hasta totalmente (hay cuatro grados en total). A través de las respuestas, el psicólogo podrá obtener información acerca de los elementos de la tríada cognitiva de Beck que más se están viendo afectados en esta persona y por lo tanto estimar cómo de grave es la depresión que está sufriendo.

Se trata de una herramienta extremadamente útil, pues requiere muy poco tiempo de aplicación (generalmente 15 minutos son más que suficientes) y además puede ser autoadministrado por la propia persona. Lo más importante es la valiosa información que le proporciona al profesional, que gracias a los resultados y a su observación clínica podrá valorar la dirección que ha de tomar en la terapia destinada a lograr la mayor mejoría posible en el paciente.

No es la única escala pensada para evaluar la tríada cognitiva de Beck. Beckham y sus colaboradores crearon el Inventario de la Tríada Cognitiva, o CTI, en el año 1986. Esta herramienta tiene 30 preguntas, 10 para cada uno de los elementos de la tríada (la persona, el mundo y el futuro). Además, Kaslow decidió en 1992 hacer una adaptación para poder aplicar esta escala a la población infantil, creando así la CTI-C. En este caso cuenta con 36 ítems.

 

Referencias bibliográficas:

  • Beck, A.T. (1963). Thinking and depression: I. Idiosyncratic content and cognitive distortions. Archives of general psychiatry.
  • Beck, A.T., Rush, A.J., Shaw, B.F., Emery, G. (1979). Cognitive therapy of depression. Guilford clinical psychology and psychotherapy series.
  • Beckham, E.E., Leber, W.R., Watkins, J.T., Boyer, J.L., Cook, J.B. (1986). Development of an instrument to measure Beck’s cognitive triad: The Cognitive Triad Inventory. Journal of consulting and Clinical Psychology.
  • Kaslow, N.J., Stark, K.D., Printz, B., Livingston, R., Ling Tsai, S. (1992). Cognitive Triad Inventory for Children: Development and relation to depression and anxiety. Journal of Clinical Child Psychology. Taylor & Francis.

¿El invierno te hace sentir triste?

El invierno puede ser una estación difícil de atravesar. Los días son más cortos y fríos, y las personas tienden a pasar más tiempo adentro. Es probable que usted abandone las actividades que realiza cuando afuera está cálido y soleado. Si bien muchas personas pierden el ánimo durante los meses más oscuros, algunas padecen un tipo más grave de tristeza invernal que se llama trastorno afectivo estacional.

El trastorno afectivo estacional es un tipo de depresión que llega en la misma época todos los años; en general, comienza en otoño y termina en primavera. El invierno suele ser la estación más dura de atravesar.

Este trastorno afecta mayormente a

  • mujeres,
  • adultos jóvenes y
  • personas que viven en latitudes altas, lejos del ecuador, donde hay menos luz solar.

Las personas que tienen familiares con depresión o que padecieron depresión en algún momento también tienen más probabilidades de sufrirlo. Por eso, cuando se acerca el invierno, es importante que reconozca los signos y los síntomas y pida ayuda, si la necesita.

Las personas con trastorno afectivo estacional pueden sentirse cansadas, tristes o irritables. Pueden perder interés en sus actividades favoritas y alejarse de amigos y familiares. El hambre, el aumento de peso y las dificultades para dormir también son frecuentes.

Tratamiento

Hay tres tipos principales de tratamiento para el trastorno afectivo estacional: fototerapia, psicoterapia y medicación.

  • La fototerapia consiste en la exposición diaria a la luz brillante que emana un dispositivo durante 15 a 30 minutos. Si usa fototerapia desde el otoño, puede reducir los síntomas del trastorno afectivo estacional o prevenirlo por completo
  • Los antidepresivos y la psicoterapia también demostraron ser tratamientos efectivos contra el trastorno. Un terapeuta puede ayudarle a hablar de sus sentimientos de tristeza y desánimo y a encontrar soluciones para mantenerse activo y conectado con sus personas cercanas cuando está deprimido.

Aunque los científicos no saben cuál es la causa exacta del trastorno afectivo estacional, la luz es parte fundamental del tratamiento.

Se aconseja a las personas con el trastorno a salir tanto como puedan para absorber luz natural. Incluso si hace frío, una caminata breve por el exterior durante su hora de almuerzo puede hacerlo sentir mejor. En casa, acomode sus muebles o ubíquese de modo tal que pueda recibir luz desde las ventanas, sugiere. Para algunas personas, obtener luz natural es ayuda suficiente de modo que no necesitan fototerapia.

Algunos signos y síntomas del trastorno afectivo estacional pueden parecerse a momentos típicos que se dan al atravesar lo más duro del invierno. Pero si le preocupa que lo suyo sea algo más que tristeza invernal, hable con un profesional de la salud mental acerca de cómo se siente. Algunos problemas mentales pueden empeorar con el trastorno afectivo estacional.

Los síntomas del trastorno generalmente se van con la llegada de la primavera, pero es importante cuidarse mientras duran. Recuerde que es temporario y que pronto vendrán tiempos mejores.

 

El auto sabotaje. ¿Yo soy mi propio enemigo?

El autosabotaje y todas aquellas conductas que están relacionadas con él, son actos inconscientes que aparecen en los momentos que pueden suponer un gran cambio en la vida de las personas, sea del tipo que sea. Estas conductas tienden a obstaculizar la consecución de metas o logros mediante auto-manipulaciones inconscientes.

El objetivo del autosabotaje es mantener a la persona dentro de su zona de confort, dentro de la cual todo es fácil o, al menos, previsible. Es también un tipo de mecanismo de defensa inconsciente a través del cual la persona intenta evitar posibles sufrimientos futuros, situaciones de estrés o situaciones desconocidas.

Sus causas

Existen una gran cantidad de posibles causas del autosabotaje. Teniendo en cuenta estas causas, será más fácil para la persona poder evitarlas y así conseguir más fácilmente aquello que se proponga. Estas causas pueden ser:

  • Tener problemas para priorizar los objetivos.
  • Falta de autocontrol.
  • Falta de motivación o altas presiones durante la infancia.
  • No saber realmente qué es lo que se quiere conseguir.
  • Baja autoestima.
  • Falta de seguridad en uno mismo.
  • Creencias limitantes de que la persona no merece el propio éxito.
  • Objetivos impuestos por terceros.
  • Temor al fracaso.
  • Temor al cambio y salir de la zona de confort.
  • Conflictos internos.
  • Temor a no estar a la altura de las expectativas de los otros.

Todas estas señales, creencias y huellas que habitan en la mente de la persona aparecen de forma inesperada, adquiriendo el control sobre la persona y sus conductas e interfiriendo en los proyectos y posibilidades de evolución de esta.

El autosabotaje es una manifestación de todos aquellos aspectos que la persona no consigue aceptar de ella misma, todas aquellas creencias basadas en miedos y que, a lo largo del tiempo, a fuerza de no ser confrontadas, han ganado peso y poder dentro de ella.

Por lo tanto, estos pensamientos obsesivos y comportamientos dañinos son solamente un síntoma de que existe algo en lo profundo del pensamiento que debe ser examinado. Aunque en muchas ocasiones el hurgar en estos pensamientos no resulte agradable, esta evaluación de uno mismo puede ser una oportunidad para avanzar y para aprender a afrontar cualquier situación futura que se le presente.

Características del autosabotaje

Existen una serie de características definitorias del autosabotaje, las cuales propician que este aparezca antes ciertas situaciones pero no ante otras. Es decir, una persona que se autosabotea inconscientemente a la hora de enfrentarse a determinado aspecto o circunstancia de su vida no tiene por qué hacerlo en todos los demás.

Estas conductas auto-saboteadoras aparecen sobre todo ante situaciones que implican una gran responsabilidad o cuando la persona debe tomar una decisión importante la cual implicará algún tipo de cambio en su vida.

Los síntomas o manifestaciones que experimenta una persona que es presa del autosabotaje incluyen:

  • Miedo intenso.
  • Inseguridad.
  • Sensación de falta de control.
  • Recelo de uno mismo o falta de autoconfianza.

Sin embargo, es perfectamente normal que la persona perciba todas estas sensaciones cuando está a punto de sufrir algún tipo de cambio en su vida, es algo que todo el mundo experimenta en menor o mayor grado.

La principal diferencia entre las personas que se autosabotean y las que no, es que aquellas que lo hacen se dejan llevar por el miedo y por sus creencias de que no lo van a conseguir, mientras que las otras son capaces de dejar atrás estos temores y de sobreponerse a todos los pensamientos que les generan inseguridad.

Lo más importante a la hora de enfrentarse a cualquier tipo de eventualidad o transformación no es esquivar o rehuir este miedo, sino ser consciente de él y actuar de manera consecuente, sin dejar que éste invada nuestra mente.

Cuando la persona toma consciencia tanto de sus miedos como de sus propias creencias, en muchos casos irracionales, es mucho más sencillo elegir las decisiones más acertadas y evitar llevar a cabo acciones saboteadoras que detengan u obstruyan sus aspiraciones.

Tipos de autosabotaje

Existen cuatro clases de autosabotaje, los cuales se clasifican según el tipo de conducta que lleve a cabo la persona.

1. No finalizar las cosas

En estos casos la persona inicia un gran número de retos o proyectos los cuales acaba dejando a medias o, incluso, abandonando. Habitualmente, la persona tiende a dedicar numerosas horas de trabajo y esfuerzo, para luego desistir cuando está a punto de conseguirlo.

La explicación que se encuentra para este fenómeno es que, si la persona no acaba este o cualquier otro proyecto, nunca tendrá que enfrentarse a la posibilidad de fracasar o a no saber estar a la altura de las posteriores exigencias que este éxito le acarreará.

Sin embargo, lo que realmente ocurre es que esta nunca será consciente de su potencial, y al mismo tiempo se percibirá como una persona mediocre y sin competencias.

2. Procrastinación

De la procrastinación se dice que es el arte de posponer las cosas. Consiste en el hábito de postergar o retrasar aquellas actividades que la persona debe atender necesariamente, reemplazándolas por otras menos significativas o más sencillas y atractivas.

Este hábito es uno de los más comunes dentro de la población, y las razones para llevarlo a cabo son de lo más variadas. Algunas de estas razones pueden ser que a la persona no le guste realmente la tarea a llevar a cabo o bien, y esta es la razón más extendida dentro del ámbito de los proyectos personales y profesionales, que la persona experimente un temor al resultado final.

De esta forma, si la persona va aplazando la realización de la tarea y no invierte todos los esfuerzos y recursos necesarios tendrá una justificación si esta no resulta como ella esperaba. Dicho de otra manera, si la persona dedica todo su tiempo y empeño en conseguir algo y aun así no lo logra, pondrá de manifiesto su supuesta incompetencia, por lo tanto, si no se esfuerza esto le servirá de excusa ante el fracaso.

3. Perfeccionismo

El perfeccionismo o la excusa ideal para no acabar nunca. Bajo el escudo del perfeccionismo la persona encuentra la excusa perfecta para no avanzar, sin que parezca que realmente no sabe si quiere conseguir aquello por lo que está trabajando.

Existen dos posibilidades dentro de la excusa del perfeccionismo. O bien que la persona piense que como no puede hacer alguna cosa de manera perfecta directamente no lo haga, o bien que mediante constantes revisiones y cambios evite acabar el proyecto.

4. Excusas

Además de todo lo anterior, la persona puede llegar a encontrar un gran número de excusas que le justifiquen no enfrentarse a cualquier cambio o posible riesgo. Estas excusas pueden ser desde la falta de tiempo, de recursos económicos, la edad, etc.

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